Roraima es… vivir experiencias
Luego de vivir intensamente el esfuerzo, paz, armonía y todas esas emociones juntas que vivimos quienes hicimos nuestro caminar, ascenso y descenso al Tepuy Roraima (Venezuela), no puedo dejar de poner en letras este viaje desde la perspectiva sencilla del turista que viene sólo a llenarse de esa energía abrumadora de esta Tierra de Gracia entregándose sin más, a esa experiencia única en la vida, y por añadidura, complacerse en:
Ese llenarse los ojos del color de la pasión: con los naranjas intensos y los rojizos matizados en el azul de fondo, de los cielos de cada tarde.
El arroparnos cada noche con el manto de estrellas que cubren el cielo de esa inmensidad. Nunca hubo tantas estrellas ni corazones tan plenos al verlas.
Que ese naranja intenso de la Tierra, que polvorea cada paso y llena de surcos nuestros zapatos, no pueda quitarse nunca de esas botas o zapatillas que nos acompañaron. Su mensaje es: conmigo recorriste ese sendero, yo, tus zapatos, no dejaré que los borres.
Esa mezcla de llanura infinita y lomas que vas dejando atrás en tu caminar para llegar a la base del imponente Roraima, que se te meten en las entrañas del alma. Cierras tus ojos y las puedes ver, sentir, oler.
Ese sentir la plenitud de este intenso y único país, junto a tu gente, esa gente que construye contigo: paz, bienestar, valores. Una mezcla prodigiosa de naturaleza y entereza: Dios y Hombre!
Ese saber que no eres sino una pizca insignificante dentro de esa vastedad de paisaje y a la vez entender que eres un privilegiado porque llegaste a colocar tus pisadas, por esfuerzo propio, sobre la tierra más antigua del planeta Tierra. ¿Cuántos en el mundo pueden decirlo?.
Ese, asomarte a “La Ventana” del Roraima y ver en el frente el Kukenan , aspirar y llenar tus pulmones de ese aire puro y energizado y sentir que estás a punto de llorar de la emoción.
Ese sentarte en la cima del Roraima y ver cómo pasan las nubes por debajo. Es como estar en un cielo por encima del cielo.
Es sentir que un guayoyo o un chocolate caliente pueden hacerte sentir que no hay manjar más exquisito sobre la tierra o que una sopita de fideos te haga tocar el cielo en el cielo. Lo más sencillo, convertido en sublime.
Que el abrazar a tu esposo o tu hija o abrazarte a tus amigas de aventura, vaya más allá de los brazos. Que entiendas que Dios no los puso por azar en tu vida. Que vinieron juntos a celebrar caminos.
Es sensibilizarte ante la importancia de las cosas más sencillas que llenan tu vida diaria: una cama cómoda, un hogar calentito, un baño pulcro y cómo cambiarlo todo en un campamento, pero bien acompañados y guiados, pueden sustituirse felizmente.
El Tepuy Roraima no solo se asciende y desciende… se te tatúa en el alma.